Al igual que ese vals de Garzón y Collazos, estas palabras nacieron bajo una lunita consentida, la última del 2021. Mientras ella transitaba en géminis, yo me dejaba cautivar por su ubicuidad.
Ella ha estado ahí, orbitando en mi vida, siempre desde un lugar distante, siendo hasta hace poco testigo, más no protagonista.
A ella quise (aunque no lo hice) pedirle prestado su nombre para dárselo a mi hija; a ella le he suplicado inspiración, protección y hasta le he mendigado para que cargue mi energía y mis cristales, razones varias para esta evocación.
Para ella en su fase más sagrada, en ese crepúsculo ibérico en el que su presencia y un rioja me cortejaban. Bajo su claro recibí misivas, sortilegios que me llamaban a salir del letargo, a dejar la cobardía, mientras ella susurraba, tal como la brisa lo hacía con las palmeras.
Ella murmuraba con supremacía, mientras las sombras se dibujaban en el asfalto. De ella nacía aquella noche la penumbra, esa misma tras las que se esconden cuerpos inanimados que, al igual que mi alma, aspiran a sumergirse en su fulgor.
Ella es mi heroína, que en un anochecer peninsular y mágico, me invita a sucumbir en mi guerrera interior, en esa Lilith que se viste de hembra, que cambia de vestido para enfrentar al mundo y su destino, labrado en sueños foráneos y sureños, enmarcados en la vulnerabilidad de quien bien conoce debilidades inherentes.
Ella y cada serendipia, me hablan de evocaciones arropadas por el manto de la gratitud. Ahí está ella, escoltada por el cinturón de Orión, por una brisa mediterránea, con destellos hechiceros, por una sensibilidad intensa y apasionada.
ElIa influye en cosechas y mareas, me enraíza con mi aquí y mi ahora, me invita a olvidar ese pasado al que intento aferrarme en esta noche desnuda de nubes.
Ella y su silencio son mis celestinos, custodios de secretos. Su sigilo se funde con el cosmos y me llama a escribir, a plasmar en un teclado palabras y conjuros.
Desde este balcón con columnas teñidas de sol, soy espectador de su rol sobre el peñón. Desde este hogar prestado, la percibo perenne, fulgurando sobre una costa blanca y plácida. Desde la lejanía me seduce con sus curvas perfectas, sus rayos rozan cada poro de mi templo, vistiendo memorias de un ayer que no es ni mañana, ni hoy.
Hoy mientras su destello va menguando en Virgo, hoy mientras ella se alinea con el nodo sur, despabilo este invierno y su sopor; con recuerdos de ese crepúsculo peninsular, dejo que la luz sanadora de esta Luna, que ahora es mía, traiga milagros, presagios de despertares y comienzos, de propósitos e intuición.
Mi Inquilinato 
La naturaleza te obsequió con el don de las letras y qué bien que lo aprovechas.
También tengo una fascinación romántica-irreal-mítica con la luna. Y también fue Lunita consentida mi himno particular cuando viajaba conquistando mares y tierras,hasta que hace unos años cuando visitaba Mongolia y fui invitado a una casa de nómadas debí cumplir con la tradición de que todos los presentes tienen que cantar. Sin pena ni vergüenza , canté a todo pulmón “alumbra luna, alumbra luna que ya me voy pa’ la montaña…..” era una espectacular noche en el desierto Gobi y el majestuoso objeto celestial brillaba con todo su esplendor.
Ahora siempre sigo sus fases y en sus noches de plenitud me aseguro de estar acompañado de alguien quien la disfrute tanto como yo.
Sigue escribiendo, disfruto mucho de tu fecundidad literaria.
Besos,
Germán
On Sat, Jan 22, 2022 at 9:38 AM Letras conte(n)tas wrote:
> Inquilinato posted: ” Al igual que ese vals de Garzón y Collazos, estas > palabras nacieron bajo una lunita consentida, la última del 2021. Mientras > ella transitaba en géminis, yo me dejaba cautivar por su ubicuidad. Ella ha > estado ahí, orbitando en mi vida, siempre desde un” >
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